Se creen el cuento
Uno no da crédito a lo que lee por la red de redes.
Lo cierto es que el señor (señorito, más bien) Bagó ha echado por tierra la oportunidad de que a Cataluña se la vuelva a tomar en serio en el sector de los negocios, con esta última trovata esperpéntica. La última de un largo rosario, al que por desgracia nos tienen acostumbrados los niños de papá de la Siniestra Nacional Socialista.
Recuerdo uno de los viajes oficiales del larguísimo mandato de Pascual I, que en aquella ocasión fue a China. No se le ocurrió mejor momento para soltar una parrafada en catalán a los empresarios allí presentes. Catalanes había, por supuesto, pero también de otras partes de España. Lo que no vio la prensa en aquella ocasión fue como uno de los empresarios más veteranos en el gigante asiático, que, mira que es casualidad, es catalán, le echó la bronca al President por, dijo, "cerrar mercado ante unos chinos que no entienden lo que dices, y unos españoles que no querrán tener proveedores tan paletos como tú".
Otros más cultos que yo han expuesto ya que el idioma es, desde siempre, un sistema para entenderse, no para escindirse, un conjunto de signos que posibilitan la vida en común, no la segregación, pero una vez más la Generalitat se ensaña con lo que no considera propio, sino ajeno. Con lo que huela a "España", sin ser capaces de vez que no sólo son lo mismo, sino que sin el resto no van a ninguna parte.
Acontecimientos como este, o el viaje a China de Maragall dan pie a creer que el Nacionalismo tiene por base cualquier cosa menos la realidad. A los Románticos del Siglo XIX que conformaron estados como Alemania o Italia no les pasó lo mismo, pese a que los Nacional-Socialistas catalanes argumenten que sí. En esos países se luchó por unir bajo una sola autoridad territorios con una historia y un idioma común. En Cataluña, en cambio, no solo se trata de borrar cualquier rastro de todo lo anterior, sino de además reescribir la Historia (algo que parecen haber heredado del supuesto Socialismo del PSOE), creando conceptos tan absurdos como los de Paisos Catalans con poca o ninguna evidencia histórica.
Lo que los políticos catalanes necesitan es una bronca como la impartida en China. Que los ciudadanos nos levantemos de un estado de anestesia política, y les cantemos las cuarenta. Sencillamente eso, porque no hay otro responsable de la desaceleración económica, y de la fuga de empresas que están provocando Carod y Cia. Hace dos o tres décadas el modelo a seguir era Cataluña, el motor de la economía española. Y es por estas tonterías, como destinar dinero público a una agencia que recoje denuncias por "hablar castellano" en vez de incentivar la economía lo que ha provocado el declive.
Lo grave es que se hayan creído el cuento, que de verdad crean que por oprimir a los castellanoparlantes como alguna vez se sintieron ellos, van a poder dominar a la población. Digo "ellos" y no otros, como el genio Josep Plá o como Serrat que hicieron lo que buenamente les dió la gana.
Así que además de malos, 'tontacos', como dicen los del campo...
Lo cierto es que el señor (señorito, más bien) Bagó ha echado por tierra la oportunidad de que a Cataluña se la vuelva a tomar en serio en el sector de los negocios, con esta última trovata esperpéntica. La última de un largo rosario, al que por desgracia nos tienen acostumbrados los niños de papá de la Siniestra Nacional Socialista.
Recuerdo uno de los viajes oficiales del larguísimo mandato de Pascual I, que en aquella ocasión fue a China. No se le ocurrió mejor momento para soltar una parrafada en catalán a los empresarios allí presentes. Catalanes había, por supuesto, pero también de otras partes de España. Lo que no vio la prensa en aquella ocasión fue como uno de los empresarios más veteranos en el gigante asiático, que, mira que es casualidad, es catalán, le echó la bronca al President por, dijo, "cerrar mercado ante unos chinos que no entienden lo que dices, y unos españoles que no querrán tener proveedores tan paletos como tú".
Otros más cultos que yo han expuesto ya que el idioma es, desde siempre, un sistema para entenderse, no para escindirse, un conjunto de signos que posibilitan la vida en común, no la segregación, pero una vez más la Generalitat se ensaña con lo que no considera propio, sino ajeno. Con lo que huela a "España", sin ser capaces de vez que no sólo son lo mismo, sino que sin el resto no van a ninguna parte.
Acontecimientos como este, o el viaje a China de Maragall dan pie a creer que el Nacionalismo tiene por base cualquier cosa menos la realidad. A los Románticos del Siglo XIX que conformaron estados como Alemania o Italia no les pasó lo mismo, pese a que los Nacional-Socialistas catalanes argumenten que sí. En esos países se luchó por unir bajo una sola autoridad territorios con una historia y un idioma común. En Cataluña, en cambio, no solo se trata de borrar cualquier rastro de todo lo anterior, sino de además reescribir la Historia (algo que parecen haber heredado del supuesto Socialismo del PSOE), creando conceptos tan absurdos como los de Paisos Catalans con poca o ninguna evidencia histórica.
Lo que los políticos catalanes necesitan es una bronca como la impartida en China. Que los ciudadanos nos levantemos de un estado de anestesia política, y les cantemos las cuarenta. Sencillamente eso, porque no hay otro responsable de la desaceleración económica, y de la fuga de empresas que están provocando Carod y Cia. Hace dos o tres décadas el modelo a seguir era Cataluña, el motor de la economía española. Y es por estas tonterías, como destinar dinero público a una agencia que recoje denuncias por "hablar castellano" en vez de incentivar la economía lo que ha provocado el declive.
Lo grave es que se hayan creído el cuento, que de verdad crean que por oprimir a los castellanoparlantes como alguna vez se sintieron ellos, van a poder dominar a la población. Digo "ellos" y no otros, como el genio Josep Plá o como Serrat que hicieron lo que buenamente les dió la gana.
Así que además de malos, 'tontacos', como dicen los del campo...